Dicen que no existe la persona perfecta. Yo no lo creia, para mi tu eres perfecto Joseph
Pero entonces lei en alguna parte que "El amor no es encontrar a la persona perfecta, sino ver de manera perfecta a alguien imperfecto"; y eso es lo que me sucede contigo.. Amo cada imperfeccion tuya, tanto que se ven perfectas a mis ojos y no puedo diferenciarlas. Tus pelos alborotados, tu sonrisa, tu risa, tus ojos, tu mirada, tu voz.. como alguien podria considerar alguna de esas cosas un defecto? Tal vez alguien lo haga, pero yo no, solo por el hecho de que te amo tal y como eres y no quiero que cambies jamas.
Te amo Joseph Adam Jonas Miller

viernes, 5 de marzo de 2010

Forbidden

Me dirigí a mi habitación recién bañada, con una toalla alrededor de mi cuerpo, sobre mi ropa interior. Me paré de espaldas a la cama, frente al ropero con sus puertas abiertas de par en par y me crucé de brazos, meditando que ropa me pondría.
De repente sentí unas manos en mi cintura y unos calidos labios que besaban uno de mis hombros y luego comenzaban a subir por mi cuello.
-¿Qué haces aquí?- pregunte algo sorprendida, sin voltearme aún.
-Supe que estabas sola y quise venir a pasar algo de tiempo contigo- musitó su seductora voz en mi oído y luego mordió delicadamente el lóbulo de mi oreja.
Me volteé para mirarlo y, sin mas preámbulos, comenzar a besarlo con pasión, haciendo que mis dedos se enredaran en su alborotado cabello. Sus manos continuaron en mi cintura, comenzando a aplicar lentas caricias en la zona y las mías bajaron desde su cuello por su pecho, acariciándolo en profundidad, hasta llegar al comienzo de su remera. La quité de una sola vez, para luego dejar vagar mis labios por todo su torso, deteniéndose en cada uno de sus perfectos lunares.
Mis labios buscaron a los suyos para volverlos a besar con desenfreno y comenzamos a desplazarnos lentamente hacia atrás, hasta que sus piernas se toparon con el inicio de la cama y ambos caímos sobre ella.
-¿Sabes que esto esta mal, no?- murmuré agitada separándome apenas unos milímetros de sus labios.
-Lo se- sonrío volviéndome a besar y con un rápido movimiento me dejó debajo de él. Recorrió mi figura, aun cubierta por la insulsa toalla, con sus manos y delineó mis facciones para luego agregar en un susurro sensual: -Prohibido.-
El agarre de la toalla se soltó al momento que sentía sus labios descendiendo por la loma de mis pechos y un suave gemido escapó de mis labios. Sus besos subieron hasta mi cuello y bajaron por todo mi torso hasta mi vientre, haciéndome enloquecer, para luego volver a mis labios nuevamente y besarlos con ardor.
Volví a quedar sobre él y comencé a besar todo su torso desnudo, bajando lentamente e hincando suavemente mis dientes en su tersa piel de tanto en tanto, hasta llegar al broche de su cinturón. Me detuve en esa zona un instante y escuche gozosa como no pudo contener un gemido de placer. Desabroché su cinturón con parsimonia e hice lo propio con el botón y la cremallera de su pantalón. Volví a mirarlo; tenia el cuello echado hacia atrás y los ojos cerrados, y sonreí victoriosa. Quité su pantalón de escena, procurando acariciar al completo sus trabajadas piernas.
-¿Sabes lo que sucedería si Dylan o Emily se enteraran, no?- volví a preguntar, depositando sensuales besos que iban subiendo por su pecho, entre palabra y palabra.
-No tienen por qué enterarse- musitó audaz, recorriendo mi cuerpo con sus calidas manos, y atrayendo mi rostro al suyo para poder besarme. Sentí sus manos en mi espalda, y luego como la presión del sostén desaparecía para pasar a formar parte de la decoración de la habitación.
-Claro que no- exhalé cuando en un rápido movimiento me dejó nuevamente debajo de él. Comenzó con una línea de besos por mi cuello, pasando por mis clavículas y hombros hacia la loma de mis pechos. Sus manos acariciaron mis muslos, mis glúteos y continuaron ascendiendo por mi espalda y vientre hasta llegar a mis pechos, los cuales hizo suyos provocando que un agudo gemido escapara de mis labios y las uñas de una de mis manos se enterraran en su trabajada espalda mientras la otra mano se encargaba de arrugar las sabanas.
-Si sientes culpa… podemos detenernos- sugirió mientras sus labios se posaban en la zona mas sensible de mis pechos y sus manos se deslizaban lentamente hacia la única prenda que me cubría.
-Sabes que eso no es lo que deseo.-
-¿Y qué es lo que deseas?- susurró sobre mis labios; podía sentir su calido aliento entrecortado sobre mí.
-A ti- contesté agitada y bese sus labios mientras las ultimas prendas que nos cubrían eran apartadas y lo sentía en mi; entregándonos juntos al placer de lo que sabíamos no era correcto, de lo prohibido.

1 comentario:

  1. Hola por casualidd entre a esta pagina soy jonatica al igual que tu me agrada tu manera tan poetica de pensar y la verdd espero sigas adelante jaja H de Mexico

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